Hoy, además de la ubicación y las vistas, los compradores se fijan especialmente en los costes energéticos,
el confort y la durabilidad a largo plazo. Tiene sentido: la calefacción y la refrigeración representan casi
la mitad del consumo total de energía en Europa, de modo que unos edificios más eficientes pueden reducir de
verdad las facturas mensuales y mejorar el confort diario.